jueves, 22 de diciembre de 2011

Un cuento de Navidad.

Había una vez una princesa que vivía en un castillo muy grande muy grande muy grande, más grande que eso, mucho más que eso, enorme. Ésta princesa, tuvo dos niños muy guapos y después, una niña, ésta, sería como su mamá, increíble por naturaleza. A los años, tuvo otra niña, llamada como una antepasada suya, la Zarina de todas las Rusias, Alexandra. La princesa en cuestión, vivía en un país pequeñito, pequeñito, más pequeñito aún, con mucho sol, poca lluvia, muchos barcos y bonitas flores por todas partes, Mónaco. Era una princesa muy guapa con los ojos más azules que yo jamás he visto, siempre iba con vestidos hechos por un señor de pelo blanco con coleta y gafas de sol. Fue una gran mamá y una gran princesa, se llamaba Carolina.









Poco más tengo que decir, ella nunca cambiará, nunca podrá dejar de sorprenderme, nació para ser una estrella, el diamante más reluciente, la esmeralda más verde, y es que, es mucho mucho mucho más que maravillosa.

Buenas noches y buena suerte.
Ah, se me olvidaba, Feliz Navidad.

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